Las barreras para el aprendizaje y la participación son todos aquellos escollos y dificultades que tienen los alumnos para aprender conceptos, integrarse en la comunidad educativa y poder participar e interactuar dentro y fuera de ella.
Estas barreras pueden ser de todo tipo: sociales, culturales, materiales, actitudinales, etc., y nacen por las circunstancias y problemas sociales y económicos que afectan la vida de los individuos.
Por ende, se extienden al contexto escolar, presentando
problemas o “discapacidades” en la interacción entre los estudiantes, con los
profesores y las instituciones, llegando a extenderse aún más allá, a los
contextos sociales.
Se entiende entonces que las barreras para el aprendizaje y
la participación trascienden el ámbito meramente educativo, por lo que tocan y
afectan también al profesorado, al personal administrativo, a la familia y al
Estado.
El concepto fue introducido en el año 2002 por Tony Booth y
Mel Ainscow, como tema de estudio dentro de la llamada Educación Inclusiva, que
pretende tomar en cuenta las necesidades de aprendizaje de los más vulnerables.
Para superar estas barreras es necesaria e imprescindible
una evaluación por parte del centro educativo y crear políticas inclusivas
coherentes que faciliten los procesos, otorguen presupuesto suficiente y hagan
el debido seguimiento a las prácticas, en pro de mejorar constantemente y
eliminar estos escollos.
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